Una reflexión sobre el patriotismo ejercido en los hechos, a partir de la gesta antártica encabezada por el general Jorge Edgar Leal y la histórica Operación 90, que consolidó la presencia argentina en el Polo Sur y dejó un legado político, científico y democrático de enorme vigencia.
La Patria que venció al frío y la memoria necesaria para no claudicar
El patriotismo no se proclama en discursos: se practica cotidianamente. Es una forma de vida y una convicción profunda que define a ciudadanos y ciudadanas comprometidos con su país.
En ese sentido, resulta valioso —aunque no frecuente— volver sobre informes y documentos históricos que recuperan acciones concretas de defensa de la soberanía, en especial en un país con vastos territorios fluviales y marítimos. Estos materiales permiten comprender hitos trascendentes que contrastan con el clima de resignación y entrega que atraviesa hoy a buena parte de la sociedad.
Entre esos aportes se destaca un trabajo firmado por Santiago Liaudat, profesor de la Universidad Nacional de La Plata, filósofo, magíster en Ciencia, Tecnología y Sociedad y especialista en Estudios Latinoamericanos. En ese texto, Liaudat retoma el libro del general Jorge Edgar Leal titulado Operación 90, publicado por el Instituto Antártico Argentino, donde se relata día a día la expedición que convirtió a la Argentina en el primer país en alcanzar el Polo Sur por tierra, partiendo desde el mar de Weddell y regresando a él dentro del Sector Antártico Argentino.
Más allá de su enorme valor simbólico y político, aquella misión dejó un legado científico de gran relevancia. Durante el trayecto se realizaron observaciones geológicas, gravimétricas y meteorológicas que aportaron información inédita sobre una de las regiones menos exploradas del continente.
Sin embargo, la Operación 90 no fue una simple empresa exploratoria. Su objetivo central era afirmar y ejercer la soberanía argentina. Para Leal, la expedición demostraba que el país contaba con la capacidad técnica, logística y humana necesaria para llegar a los confines de su territorio antártico. Así lo expresó al definir la misión como una forma de consolidar los derechos soberanos que la Argentina sostiene en la Antártida, mostrando al mundo una presencia efectiva hasta el punto más remoto del planeta.
En sus escritos posteriores, Leal subrayó una visión americana del continente antártico. Sostenía que esa región correspondía a los países sudamericanos interesados en desarrollarla, vinculándola geológica y geográficamente al continente a través de la continuidad de la cordillera de los Andes. De ese modo, rechazaba las pretensiones británicas sobre territorios que reclamaban tanto Chile como la Argentina.
Jorge Edgar Leal había nacido en Rosario de la Frontera, Salta, en 1921. Desde sus inicios en la carrera militar se destacó por su firme defensa de la democracia y su postura crítica frente a los golpes de Estado y los gobiernos de facto. Esa coherencia ética le costó ser detenido en tres oportunidades por sus propios camaradas. Con el retorno de la democracia, fue uno de los fundadores del Centro de Militares para la Democracia Argentina (CEMIDA), institución que presidió en sus inicios.
Recuperar su figura resulta especialmente necesario en un contexto en el que sectores de las Fuerzas Armadas acompañan o avalan políticas de resignación de soberanía. El recorrido de Leal constituye un ejemplo para las nuevas generaciones y una referencia de una tradición sanmartiniana que supo honrar la historia nacional.
Su trayectoria continuó en Buenos Aires, en el Instituto Antártico Argentino, bajo la conducción del general Hernán Pujato. A comienzos de la década de 1950, con poco más de 30 años, fue designado para reforzar la presencia argentina en la Antártida y en los mares adyacentes, en un escenario de disputa internacional creciente.
Desde la década de 1940, Gran Bretaña había impulsado la llamada Operación Tabarín para fortalecer su presencia en territorios reclamados también por Chile y la Argentina. Frente a ello, el gobierno argentino consolidó su política antártica con decisiones clave como la adopción del mapa bicontinental y la creación del Instituto Antártico Argentino, el primer organismo científico antártico del mundo, así como la instalación de la Base San Martín, la primera base continental al sur del Círculo Polar.
En ese marco, Pujato eligió a Leal para fundar una nueva base del Ejército en la Antártida, que sería conocida como Base Esperanza, hoy un pequeño poblado argentino que alberga la única escuela permanente del continente.
Leal se convirtió así en una figura central de la presencia argentina en la Antártida y más tarde ocupó el cargo de Director Nacional del Antártico. En paralelo, se avanzaba en la construcción de un régimen jurídico internacional que culminó con el Tratado Antártico, fundamental para sostener la posición argentina como país pionero en la región, con presencia ininterrumpida desde principios del siglo XX.
El desafío pendiente era llegar al Polo Sur por tierra, una hazaña que ya habían logrado otras potencias por vía aérea. Esa misión fue encomendada al Ejército y, en particular, al entonces coronel Leal, quien organizó una compleja travesía desde la base Belgrano, con vehículos especialmente preparados, equipamiento técnico y un grupo seleccionado de hombres.
La expedición avanzó sobre un territorio en gran parte desconocido, enfrentando grietas, tormentas y temperaturas extremas. La primera patrulla abrió camino con trineos tirados por perros, permitiendo cartografiar zonas inéditas y establecer rutas seguras. A lo largo del recorrido se realizaron tareas de mantenimiento, se afrontaron accidentes y se tomaron decisiones críticas para garantizar la continuidad de la misión.
Tras más de cuarenta días de marcha, el grupo alcanzó finalmente el Polo Sur, izando la bandera argentina en el extremo austral del territorio nacional. Luego de un breve descanso en la base estadounidense Amundsen-Scott, inició el regreso, completando una travesía que demandó más de dos meses y casi tres mil kilómetros recorridos.
La gesta consolidó a Jorge Edgar Leal como uno de los grandes referentes de la Antártida Argentina, junto a Hernán Pujato. Hasta su fallecimiento, Leal continuó participando activamente en el debate sobre el futuro de la región, impulsando políticas de presencia y defendiendo los derechos soberanos del país. La Operación 90 quedó así inscripta como un hito indeleble de la historia antártica nacional y como una prueba concreta de que el patriotismo se ejerce con hechos, aun en las condiciones más extremas.



















