En el marco del despliegue militar estadounidense en el Caribe, el gobierno de Nicolás Maduro denunció un “acto de piratería” contra un cargamento de crudo venezolano y propuso al ALBA una estrategia de resistencia conjunta frente a lo que considera una ofensiva regional.
Venezuela profundizó su confrontación con Estados Unidos y con países aliados de la región al acusar formalmente al gobierno de Trinidad y Tobago de haber colaborado en la incautación de un buque cargado con petróleo venezolano, interceptado por fuerzas estadounidenses en el Caribe. En paralelo, la estatal Petróleos de Venezuela (Pdvsa) denunció haber sido blanco de un ataque cibernético destinado a afectar su funcionamiento administrativo.
A través de un comunicado difundido por la vicepresidenta ejecutiva y ministra de Hidrocarburos, Delcy Rodríguez, el gobierno venezolano aseguró tener conocimiento pleno de la participación del Estado trinitense en lo que calificó como el “robo” de un cargamento de crudo perteneciente a Pdvsa. Según la denuncia oficial, se trató de un acto de piratería y de una grave violación del derecho internacional, así como de los principios de libre navegación y comercio.
La acusación se conoció luego de que el presidente estadounidense, Donald Trump, anunciara la incautación de un petrolero frente a las costas venezolanas, en un episodio inédito dentro del conflicto bilateral entre ambos países, que mantienen interrumpidas sus relaciones diplomáticas. Washington sostuvo que el buque estaba sancionado por presuntos vínculos con el contrabando de petróleo iraní, mientras que Caracas afirmó que transportaba cerca de dos millones de barriles de crudo venezolano.
En simultáneo, Trinidad y Tobago informó que permitirá el uso de sus aeropuertos por parte de aeronaves militares estadounidenses para tareas logísticas. Desde el Ministerio de Relaciones Exteriores del país caribeño se ratificó la cooperación con Estados Unidos en materia de seguridad regional, incluyendo la instalación de sistemas de radar con apoyo norteamericano.
Como respuesta, el gobierno venezolano resolvió extinguir de manera inmediata cualquier contrato o negociación vinculada al suministro de gas natural a Trinidad y Tobago, profundizando así la ruptura energética bilateral. El ministro del Interior, Diosdado Cabello, advirtió que estas acciones ponen en riesgo las relaciones entre ambos pueblos y tendrán consecuencias directas para la población trinitense. “No se podrán llevar ni una gota de petróleo. Aquí hay petróleo, pero tienen que pagarlo”, sostuvo el funcionario.
El comunicado oficial venezolano también apuntó contra la primera ministra Kamla Persad-Bissessar, a quien acusó de promover una agenda hostil hacia Venezuela y de permitir que su país funcione como plataforma de apoyo a la estrategia estadounidense en el Caribe. Desde Caracas se reiteró que el despliegue militar norteamericano, presentado como una operación contra el narcotráfico, tiene como verdadero objetivo forzar un cambio de régimen.
En este contexto, Pdvsa informó que un ataque cibernético afectó sus sistemas administrativos, aunque aclaró que las áreas operativas continuaron funcionando con normalidad, garantizando tanto el abastecimiento interno como las exportaciones. Las autoridades ordenaron reforzar las medidas de seguridad física y digital ante posibles intentos de sabotaje.
El conflicto tuvo un lugar central en la reciente cumbre de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA), donde varios mandatarios expresaron su respaldo al gobierno venezolano y cuestionaron el despliegue militar de Estados Unidos en el Caribe. Allí, el presidente Nicolás Maduro propuso avanzar en una “resistencia unida, popular y prolongada”, combinada con la construcción de una economía regional conjunta, cooperativa y de beneficio mutuo.
Maduro afirmó que su país atraviesa semanas de agresión, presión psicológica y amenazas militares en cercanías de sus aguas territoriales, lo que llevó a reforzar la estrategia de defensa nacional. Además, sostuvo que, a más de dos décadas de la creación del ALBA, se intenta imponer un nuevo proyecto de dominación que ya no estaría dirigido solo contra América Latina, sino contra el mundo en su conjunto.



















