El supuesto ‘Messi de las Finanzas’ exhibió el repunte exportador de septiembre como prueba de la solidez de su estrategia cambiaria, aunque el dato, lejos de reflejar un logro estructural, responde a factores puntuales que distorsionan la realidad.
Un indicador visual que revela una dinámica fiscal que permanece fuera de la discusión pública.
El ministro de Economía, Luis “Toto” Caputo, intentó desestimar el atraso cambiario difundiendo en X un gráfico que exhibe, con tono triunfalista, que las exportaciones de septiembre fueron las segundas más altas desde 2004. En medio de la tensión cambiaria, quiso presentar ese dato como prueba de la eficacia de su política. Sin embargo, la imagen es engañosa: omite un elemento clave que altera por completo su interpretación.
En su publicación, Caputo no solo afirmó que su programa está llevando las exportaciones a “niveles récord”, sino que también utilizó ese repunte para argumentar que el tipo de cambio es adecuado y que no existe retraso cambiario.
Su razonamiento es directo: si aumenta el volumen exportado, el dólar oficial no puede estar atrasado. El problema es que la evidencia que seleccionó no es representativa y no permite sostener esa conclusión.

El repunte exportador de septiembre no fue producto de un tipo de cambio competitivo, sino de la urgencia oficial por engrosar las reservas. Ese salto respondió a una “ventana fiscal” que eliminó temporalmente las retenciones a los granos, un beneficio excepcional que duró lo justo para que parte del agro liquidara los stocks que venía reteniendo. Fue un estímulo impositivo transitorio, no una política productiva: quienes lograron vender en esos días ganaron; quienes quedaron afuera, perdieron.
El aumento de exportaciones fue, en esencia, una venta adelantada. Una vez cerrada la ventana, el flujo se desplomó. Caputo tomó ese mes atípico, lo convirtió en gráfico y lo presentó como evidencia de un modelo exitoso, sin aclarar que los productores reaccionaron a un incentivo extraordinario ni que la medida reflejó más desesperación por dólares que fortaleza macroeconómica.
La situación cambiaria real es bastante menos heroica: la brecha con los dólares financieros sigue elevada, las importaciones continúan trabadas y la falta de insumos frena a la industria y los servicios. Ese escenario evidencia un tipo de cambio oficial que no logra acompañar la actividad y obliga al Gobierno a aplicar parches temporarios para sostener un relato que los números no respaldan.


















