“A mí el boxeo me sacó de lo más feo. Me dio una nueva oportunidad”, cuenta Ruth Noelia López, presidenta del Canguras Boxing Club, el gimnasio del Barrio Padre Mugica que se convirtió en un espacio de contención y transformación social.
Canguras Boxing Club: desde el ring, transformando el barrio
El club funciona desde hace cinco años en un espacio cedido por el Club Social y Deportivo Cancha 9. Allí entrenan más de 30 personas, entre niños, adolescentes y adultos, aunque el proyecto nació como un lugar pensado para las mujeres del barrio.
Un nombre con identidad
El nombre “Canguras” surgió porque una de las primeras boxeadoras llevaba a sus hijos a las prácticas, como las canguras que nunca se separan de sus crías. Con el tiempo, el gimnasio se consolidó como un espacio abierto a toda la comunidad.
Hoy cuentan con tres profesores que organizan distintos turnos: recreativo, kids, personalizado y competitivo. Este último es el único que paga cuota social; para quienes no pueden afrontar los gastos, la actividad es gratuita. “Queremos que hagan deporte y que estén de nuestro lado. El boxeo estabiliza al rebelde, le da confianza al tímido y ordena al desalineado”, explica López.
Representantes en la FAB
Actualmente, el club tiene cuatro boxeadoras federadas en la Federación Argentina de Boxeo (FAB): Raquel Vázquez (mosca), Karen Flamenco (pluma), Florencia Zamudio (ligero) y Luz Azul Caballero (juvenil). Esta última fue campeona del Torneo Regional Selectivo Femenino Amateur 2024 y es considerada una de las grandes promesas del barrio.
Caballero, de 18 años, lo resume con orgullo: “Acá encontré mi segunda familia y un refugio. Sueño con llegar a la Selección Argentina y ser campeona mundial”.
Historias de superación
Karen Flamenco, de 30 años, también encontró en el club una nueva vida: “Canguras es mi cable a tierra. Me sacó de las drogas y del alcohol. Mi objetivo es ser profesional, ganar cinturones y comprarle una casa grande a mi familia”.
López, antes de ser entrenadora y presidenta, fue la primera alumna del club, entrenada por su marido. Con el tiempo, se convirtió en referente y en sostén del proyecto.
Un sueño que resiste sin ayuda oficial
El gimnasio no recibe subsidios, ya que no puede afrontar los gastos contables que exige la formalidad como asociación civil. El funcionamiento se sostiene gracias a la ayuda de organizaciones barriales, como la Cooperativa El Ceferino y el comedor Las Paltitas. Incluso cuentan con el acompañamiento solidario de un psicólogo deportivo.
Los recursos son limitados: preparan sus propias bebidas caseras, no tienen sponsors y el aporte oficial fue apenas un pequeño lote de guantes y protectores. “Los prestamistas del barrio confían en el proyecto y nos ayudan a financiar licencias o viajes. Tenemos un ring, pero no espacio para instalarlo”, relata López.
A pesar de las dificultades, el Canguras Boxing Club logró consolidarse como un símbolo de lucha, pertenencia y esperanza para el barrio. López lo resume así: “Queremos que este proyecto siga transformando la vida de quienes viven acá. Eso ya es un triunfo”.

