Empresarios de sectores clave admitieron que la apertura importadora, los altos costos y la caída del consumo están afectando gravemente a la industria nacional, con cierres de plantas y dificultades crecientes para las pymes.
En un contexto marcado por cierres de empresas y pérdida de puestos de trabajo, se repite una escena poco habitual: grandes empresarios reconociendo públicamente el deterioro generalizado de la actividad económica. En una reciente emisión de La Fábrica Podcast, un espacio impulsado por jóvenes industriales de todo el país, tres CEOs y propietarios de sectores estratégicos coincidieron en un diagnóstico crítico sobre la situación del sector privado, apuntando contra la apertura importadora y el desplome del consumo.
Los protagonistas fueron Orlando Canido, dueño de la empresa de bebidas Manaos; Vito Contessi, quien recientemente cerró la fábrica de conservas Marechiare; y Gustavo Menayad, del Grupo Portland. A estas voces se sumó el empresario cafetero Martín Cabrales, quien advirtió sobre el difícil momento que atraviesan las pequeñas y medianas empresas.
Canido fue contundente al cuestionar el rumbo económico. Señaló que la apertura comercial no representa un progreso para el país y remarcó la necesidad de proteger la industria nacional. Planteó que la elevada carga impositiva impide competir con productos importados y destacó que, en muchos casos, una gaseosa resulta más barata en países vecinos que en el mercado local, aun considerando los costos de flete.
El empresario también alertó sobre la situación social en el Conurbano bonaerense, donde se encuentra la planta de Manaos. Describió un escenario de fuerte deterioro del consumo y manifestó preocupación por la falta de políticas que impulsen el trabajo genuino. Según afirmó, sin una industria fuerte no es posible generar empleo sostenible.
En una mirada retrospectiva, Canido recordó los efectos de la apertura económica durante la década de los noventa y mencionó el cierre masivo de fábricas, especialmente en el sector textil. Relató cómo industrias que empleaban a miles de trabajadores fueron reemplazadas por grandes superficies comerciales, dejando una pérdida estructural de empleo industrial difícil de revertir.
Durante el intercambio, Martín Cabrales defendió la figura de Carlos Menem, a quien calificó como el mejor presidente, aunque admitió que los productos importados afectan al mercado interno al quitar participación a la producción local. Además, subrayó que muchas pymes podrían no sobrevivir sin acceso al crédito, al que definió como un factor clave para atravesar el actual contexto adverso. Remarcó que el problema no es únicamente macroeconómico, sino que impacta directamente en la economía real de las empresas.
Por su parte, Gustavo Menayad, del Grupo Portland, cuestionó la falta de regulaciones frente al ingreso de plataformas internacionales y productos importados a bajo costo. Señaló que esta problemática no es exclusiva de la Argentina y mencionó conflictos comerciales globales y la recesión en economías europeas. También indicó que el sector de la construcción enfrenta dificultades debido a la caída de la demanda de viviendas.
Otro de los casos destacados fue el de Vito Contessi, titular del Astillero Contessi, quien explicó el cierre de la fábrica de conservas Marechiare, orientada al mercado interno. A pesar de haber desarrollado un canal de comercio electrónico exitoso, la empresa no logró sostenerse frente al ingreso de productos importados más baratos, como el atún extranjero que desplazó a la caballa local. Contessi recordó que décadas atrás existían decenas de fábricas del rubro en Mar del Plata, de las cuales hoy sobreviven apenas unas pocas.
El diagnóstico crítico no se limitó a estos empresarios. Días atrás, Claudio Drescher, referente del sector textil, había advertido sobre el impacto social de importar productos mientras crece el desempleo local. En la misma línea, Marcelo Poj, CEO de colchones Simmons, sostuvo que el cierre de industrias proveedoras encarece el costo social y económico, aun cuando importar parezca más barato en el corto plazo.
Estas advertencias cobran mayor relevancia en un escenario donde incluso grandes grupos industriales expresan preocupación por la caída de la actividad y los efectos de la apertura importadora sobre empresas de todos los tamaños y sectores.



















