El impacto más duro sobre los ingresos familiares

Los inquilinos alertan que los alquileres acumulan subas superiores al 67 por ciento en el año, muy por encima de la inflación general. Vivienda y servicios públicos lideran los aumentos y presionan cada vez más sobre el presupuesto de los hogares.

Economía

El último dato de inflación encendió señales de alerta entre analistas económicos, que advierten una aceleración en la dinámica de los precios. No obstante, la evolución no es homogénea entre los distintos rubros: los alquileres y los servicios públicos registraron incrementos muy superiores al promedio general. En el caso de los alquileres, las subas acumuladas alcanzan el 67 por ciento en lo que va del año, frente a una inflación general del 28 por ciento. Este desfasaje configura un escenario cada vez más complejo para las familias, donde los gastos esenciales crecen con fuerza mientras los ingresos, en el mejor de los casos, permanecen estancados.

Los primeros análisis coinciden en que, a partir de mayo, se produjo un cambio de tendencia en el Índice de Precios al Consumidor (IPC). La inflación dejó de desacelerarse y retomó una trayectoria ascendente, pasando de 1,5 por ciento en mayo a 2,5 por ciento en noviembre. Este comportamiento contrasta con las proyecciones oficiales, que preveían un IPC cercano al 1 por ciento hacia el cierre del año. Por el contrario, las expectativas del sector privado apuntan a una nueva aceleración en el último mes.

Una lectura complementaria señala que este cambio de tendencia no alteró de manera significativa la estructura de los precios relativos. Los alquileres, los servicios públicos y las comunicaciones continuaron encareciéndose en relación con el resto de los bienes, mientras que alimentos y prendas de vestir mostraron un abaratamiento relativo, con la excepción de los alimentos en el último mes. De acuerdo con datos difundidos por Inquilinos Agrupados, los alquileres acumularon un incremento del 67 por ciento en el año, frente a una inflación del 28 por ciento.

En el penúltimo mes del año, los rubros que crecieron por encima del IPC general fueron Vivienda, agua, electricidad, gas y otros combustibles, con un aumento del 3,4 por ciento; Transporte, con el 3 por ciento; y Alimentos y bebidas no alcohólicas, con el 2,8 por ciento. En este último caso, el alza estuvo impulsada principalmente por el precio de la carne, que registró un incremento del 6,6 por ciento.

Un análisis del economista Nadin Argañaraz muestra que, entre noviembre de 2023 y noviembre de 2025, siete componentes del IPC aumentaron su precio relativo, mientras que cinco lo redujeron. Los alquileres y los servicios públicos integran el grupo que más se encareció en ese período, con una suba relativa del 55 por ciento. Este aumento en los gastos esenciales reduce el ingreso disponible de los hogares y traslada el ajuste hacia otros consumos, profundizando la caída de la demanda en el resto de la economía.

Otros rubros que registraron fuertes incrementos relativos fueron educación, con una suba del 24,2 por ciento; comunicación, con el 23,8 por ciento; y transporte, con el 13,7 por ciento. Se trata mayormente de servicios que están subrepresentados en la canasta del IPC, con ponderaciones que no reflejan su peso real en el gasto cotidiano de las familias, lo que contribuye a moderar su impacto en el índice general.

En el extremo opuesto se ubican las prendas de vestir y el calzado, que fueron los bienes con mayor abaratamiento relativo en el período analizado, con una caída del 29 por ciento. La retracción del consumo interno y la competencia de importaciones de bajo costo, principalmente provenientes de China, explican esta evolución.

Alquileres en alza constante

La inflación reciente está impulsada principalmente por el rubro servicios y, dentro de él, por los alquileres, que muestran una dinámica particularmente acelerada desde la derogación de la Ley de Alquileres, ocurrida poco después del inicio del actual gobierno. La normativa establecía contratos mínimos de tres años, la obligación de pactarlos en moneda nacional y un mecanismo de actualización semestral basado en un índice que combinaba inflación y salarios. Tras su eliminación, los contratos comenzaron a ajustarse mayoritariamente de manera bimestral, lo que derivó en aumentos más rápidos y frecuentes.

Según estimaciones de Inquilinos Agrupados, el precio de los alquileres aumentó 101,5 por ciento en el último año, mientras que el IPC creció un 32 por ciento. En un contexto de salarios que quedaron muy rezagados frente a esa dinámica, la inestabilidad en el costo de la vivienda obliga a las familias a destinar una porción cada vez mayor de sus ingresos a cubrir gastos básicos.

La estabilidad habitacional es un factor clave para la organización de la vida cotidiana, junto con la continuidad laboral y la actualización adecuada de los ingresos. Sin embargo, estos tres pilares muestran un deterioro sostenido, sin señales de políticas públicas orientadas a revertir esa tendencia.

Las disparidades entre la evolución de los alquileres y la inflación se repiten en todas las regiones del país. En la Patagonia, los alquileres subieron 113,8 por ciento frente a una inflación del 29,6 por ciento; en el Noroeste, los incrementos fueron del 103,5 por ciento contra el 28,1; en el Noreste, del 93,7 por ciento frente al 24,6; en Cuyo, del 84,4 por ciento contra el 27,9; en la región pampeana, del 77,4 por ciento frente al 27,8; y en el Gran Buenos Aires, del 66,8 por ciento, con una inflación del 28,2 por ciento.

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