Las principales figuras juveniles no fueron cedidas por sus clubes y el torneo en Chile transcurre sin las promesas que deberían brillar. Argentina busca su séptima estrella, pero el certamen ya no cumple el rol que alguna vez lo hizo histórico.
El Mundial Sub 20 ya perdió su esencia
El Mundial Sub 20, que alguna vez fue la vidriera de las máximas estrellas del fútbol argentino y mundial, atraviesa un presente devaluado. Diego Maradona en Japón 1979 y Lionel Messi en Holanda 2005 encontraron allí su primera gran plataforma internacional. Pero hoy el panorama es muy distinto: los mejores juveniles ya son titulares en sus clubes europeos y en selecciones mayores, y no muestran demasiado interés en participar.
Entre ellos se cuentan Franco Mastantuono y Dean Huijsen (Real Madrid), Lamine Yamal y Pau Cubarsi (Barcelona), Estevao (Chelsea), Zaire-Emery, Doué y Mayulu (PSG), y Vitor Roque (Palmeiras). Ninguno fue cedido y todos continúan su carrera lejos de Chile, sede de la actual edición.
El torneo, creado en 1977 con la idea de anticipar al mundo los cracks del futuro, ya no cumple esa función: el negocio del fútbol adelantó los tiempos y las promesas se consagran en primera división con apenas 16 o 17 años. Así, las selecciones deben conformarse con equipos incompletos o muy debilitados.
En ese contexto, algunos especialistas plantean que la FIFA debería reformular el esquema, incluso potenciando el Mundial Sub 17, que podría contener mejor a las próximas figuras. De lo contrario, el certamen corre el riesgo de perder totalmente su atractivo y convertirse en un torneo menor con futbolistas de ligas regionales o filiales.
Pese a las bajas de Mastantuono, Claudio Echeverri y Aaron Anselmino, Argentina logró armar un plantel competitivo y mantiene chances de conquistar su séptima estrella (ya lo hizo en 1979, 1995, 1997, 2001, 2005 y 2007). Sin embargo, está claro que aquel campeonato que vio nacer a Maradona, Messi, Riquelme, Aimar, Saviola, Agüero y Di María ya no es lo que fue.
El desafío, coinciden varios analistas, es que el Sub 20 vuelva a ser la incubadora de cracks y no un torneo devaluado por la negativa de los clubes poderosos a liberar a sus jóvenes talentos.

